El ser humano nace con la capacidad de ser profundamente feliz. Feliz de corazón, desde siempre. Hay que aprender a sonreír a la vida desde el corazón, mas allá de los sufrimientos y las dificultades de la vida. Sin evadirlos, sin temerles. Dándoles su justa medida, pero sin perder jamás la alegría del corazón.
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